¿Africa ahora? ¿Por qué no?.....¡Urgente Solidaridad y compromio con el Heroico pueblo Libia!

- La designación del gringo Abdurrahim el-Keib al frente de las ratas es un golpe de Obama contra Sarkozy. Obama y la CIA han hecho saber con claridad quien manda en la Libia ocupada: ellos y solamente ellos que son los verdaderos jefes de la CIA. Al nombrar a un norteamericano de origen libio, Abdurrahim el-Keib, agente norteamericano que lleva 35 años residiendo en EEUU y es un agente de la BP y la Shell han desplazado a los agentes pro franceses como Jalil y Jibril. Sarkozy pierde esperanza que el petróleo libio vaya para la Total a pesar de la lealtad que ha mostrado en el terreno llevando a cabo todos los ataques aéreos y con misiles, desembarco de tropas especiales, encuadramiento a las ratas y otras actividades ordenadas por el Pentágono. Es una guerra victoriosa para Obama, financiada por Qatar y Emiratos árabes unidos, llevado a cabo por Francia y Gran Bretaña en la que al final son los EEUU quienes salen ganando, recuperando la base militar que cerró la Revolución verde y haciendo de Libia una base operativa de Africom que amenaza a Argelia, Egipto, Túnez, Niger, Mali y otros países africanos.

- LIBIA SUFRE EL ROBO DE 10.000 ANTIGÜEDADES DE VALOR INCALCULABLE: Libia perdió una colección única de patrimonio cultural e histórico, los llamados ‘Tesoros de Bengasi’. Unos delincuentes lograron introducirse en el Banco Comercial Nacional de Libia y robar miles de monedas de oro y plata, que datan de la época griega, y otras antigüedades que podrían ser el orgullo de cualquier museo del mundo.
Se sabe que los criminales sustrajeron 7.700 monedas de oro, plata y bronce, muchas de las cuales fueron acuñadas en la época de Alejandro Magno (siglo IV a. C.). Asimismo, desaparecieron estatuillas y otros objetos de bronce, marfil y vidrio, pulseras, medallones, collares, sortijas, pendientes y más adornos: unas 10.000 obras de arte en total elaboradas por los maestros de la antigüedad.

La mayoría de los tesoros fueron encontrados entre los años 1917 y 1922 durante las excavaciones del templo de Artemida en Cirene, que fue una colonia griega en la costa norte de África.

Se puede concebir una idea del valor de este tesoro teniendo en cuenta que una sola moneda parecida a las que estaban en la colección fue vendida en una subasta en París por 431.000 dólares en octubre de este año.

Parece que el robo ocurrió en mayo de 2011, pero se acaba de hacer público. El CNT podría haber ocultado los hechos para no arruinar su imagen a nivel mundial o podría no haber tenido el tiempo suficiente para revisar los fondos del banco.

El arqueólogo libio Hafed Walda, que trabaja en el King’s College de Londres, cree que los propios empleados del banco participaron en el robo. En su opinión, se aprovecharon del caos que reinaba en el país después de que el régimen de Gaddafi se tambaleara y empezaran los conflictos armados con los rebeldes.

Los expertos consideran este saqueo uno de los más importantes en toda la historia de la arqueología. Los delincuentes son buscados por la Interpol junto con la UNESCO.


- La indiferencia y cobardía del Pueblo Francés, cómplice silencio de la matanza de Libios por parte de su gobierno: Las operaciones militares de Francia en Libia han costado mas de 190 millones de euros (unos 268,9 millones de dólares), dijo el sábado la ministra de Presupuesto, Valerie Pecresse, pocos días antes de un debate parlamentario clave sobre la extensión de la misión. Con semejante cantidad de euros se hubiera podido construir hospitales, escuelas, salvar a miles de somalíes del HAMBRE, salvar a niños de la guerra, sensibilizar sobre lo negativo de la ablación y lo terrible de la lapidación, financiar proyectos de desarrollo en Somalia un país tantas veces olvidado….. Con ese dinero se podria beneficiar a cerca de 18,7 millones de personas en la lucha contra el hambre en distintas partes del mundo.









- No eran rebeldes, eran reaccionarios: La “nueva” Libia ha nacido con arrugas y olor a polvo viejo. En el nuevo régimen libio, la mujer que desobedezca a su padre o a su marido podrá ser sancionada. Se abolirá el divorcio, se penalizará el alcohol y se perseguirá la homosexualidad. También se permitirá la poligamia. Eso es lo que han anunciado los rebeldes, que en realidad han resultado ser muy reaccionarios. La OTAN entró en Libia con el mandato de proteger a la sociedad civil. No sé si la ha protegido de las bombas, que también ha lanzado, pero sin duda la ha dejado desnuda y tiritando bajo el zapato castrador de la ley islámica y la ha entregado a los brazos autoritarios de una oposición que nos vendieron como demócrata. ¿Puede haber democracia en el mismo país que castiga lo que se hace en la cama de una casa? ¿Se puede iniciar una nueva etapa con unos nuevos líderes haciendo fotos a un cadáver hinchado con su smartphone? ¿Estábamos en el bando de los buenos o todos eran malos? Como dijo Ortega y Gasset, decepcionado con el rumbo de la República tras apoyarla: “¡No era esto, no era esto!”.


¿Africa ahora? ¿Por qué no?

Autor: Juan Gelman

No terminaba de apagarse el estruendo de la última bomba que la OTAN arrojó en Libia cuando el presidente Obama anunció la decisión de intervenir militarmente en otro país africano: Uganda. “Esto es necesario –dijo– porque el Ejército de Resistencia del Señor (ERS) representa una amenaza para a la seguridad regional” (www.whitehouse.gov, 14-10-11). En cierto sentido, el argumento es novedoso: hasta el presente, la Casa Blanca invadía países “en defensa de la seguridad nacional”, la de EE.UU. Esta explicación del operativo Uganda –al que ya se destinaron 40 millones de dólares– pone de manifiesto la capacidad de cambio que caracteriza al mandatario estadounidense y la amplitud de su preocupación por el mundo entero.

Washington enviará un centenar de “asesores militares” para contribuir al aniquilamiento del ERS, una miniguerrilla de vaga orientación cristiana sin base social alguna que ha cometido atentados terroristas en la zona. Opera desde hace 20 años, pero el Departamento de Estado le presta ahora una repentina atención. Ese cuerpo de élite “permanecerá en el país todo el tiempo que sea necesario”, precisó Obama y la historia se conoce: la intervención de EE.UU. en Afganistán comenzó con personal militar escaso y hoy asciende a 100.000 el número de sus efectivos en el país asiático. La generosidad del jefe de la Casa Blanca asomó en otro ofrecimiento: está dispuesto a intervenir en el Congo y en la República Centroafricana “si esos Estados lo solicitan”.

El 16 de octubre, dos días después del anuncio de Obama, tropas de Kenia invadieron el sur de la vecina Somalia por tierra, mar y aire con el propósito declarado de impedir que presuntos miembros de la organización islamita al Shabaab siguieran violando la frontera. La Casa Blanca manifestó su sorpresa por el hecho y negó que estuviera involucrada, pero los misiles que causaron la muerte de centenares de civiles somalíes “parecen haber sido disparados desde aviones no tripulados o submarinos estadounidenses”, según The Economist (www.economist.com, 29-10-11).

Francia negó asimismo su participación en el operativo y fue desmentida por un vocero militar de Kenya, el mayor Emmanuel Chirchir, quien manifestó que la marina de guerra francesa había bombardeado poblaciones somalíes (The New York Times, 23-12-11). Libia quedó atrás, pero la OTAN es incesante.

Todo parece indicar que, en realidad, avanza la aplicación de la estrategia del comando de EE.UU. para África (Africom, por sus siglas en inglés): EE.UU. persigue el control militar de las zonas estratégicas del continente negro: Libia, en el cruce del Mediterráneo que baña a Medio Oriente y África; el Cuerno de África y la región central africana, que facilitan el control del océano Indico y el Atlántico. Se puede pensar que la razón de este designio es apoderarse de las riquezas de la región, el petróleo libio, por ejemplo, y las reservas de oro negro de Somalia, al parecer cuantiosas. No deja de ser así, pero el juego es más amplio: se trata del sueño imperial de colonizar al mundo entero.

El Pentágono entrena febrilmente a los militares de Mali, Chad, Níger, Benin, Botswana, Camerún, la República Centroafricana, Etiopía, Gabón, Zambia, Uganda, Senegal, Mozambique, Ghana, Malawi y Mauritania y realiza con frecuencia maniobras conjuntas con las fuerzas armadas de esos países (www.blackagendareport.com, 18-10-11). Ejerce así una notoria influencia en los mandos militares de la región y, en consecuencia, en sus gobiernos. EE.UU. ha convertido en “socios” a Etiopía y a los cinco Estados de la Comunidad del África Oriental. Cualquier nación africana que, como Eritrea, no mantiene una relación con el Pentágono, es blanco de un cambio de régimen.

La Casa Blanca justifica actualmente la invasión keniana de Somalia como parte necesaria de la llamada guerra antiterrorista en razón de la insurgencia de la organización islamita al-Shabaab, que se alzó contra el gobierno federal de transición de Mogadiscio impuesto en 2009 con el apoyo de EE.UU. y otros países de Europa para combatirla. Washington acusa a los insurgentes de mantener lazos con al-Qaida, pero “la mayoría de los analistas considera que esos lazos son débiles”, según el Council on Foreign Relations, el think-tank no partidista con sede en Nueva York (www.cfr.org, 10-8-11). El CFR estima que el número de combatientes islamitas ideológicamente convencidos de su lucha oscila entre 300 y 800 individuos. No obstante, al-Shabaab controla buena parte del sur de Somalia y obstaculiza así el dominio geopolítico estadounidense del estratégico territorio marítimo de África oriental.

Hay unos 12 millones de personas con hambre en la región, castigada por la sequía más dura de las últimas seis décadas. Decenas de miles han muerto y en los próximos meses centenares de miles conocerían el mismo destino en Somalia, advirtió la ONU. La invasión militar de Kenia ahonda, y mucho, la gravedad de esta situación humanitaria.

UNA LEYENDA PARA LA HISTORIA