Mentiras y Mentirosos contra Libia
Por: José León
¿Qué ha pasado con la prensa y los medios ante la agresión a Libia? Esta pregunta me la hago a la luz de un montón de respuestas ya sabidas y otras que llegan por la vía de los desconciertos, sinsabores y profundas decepciones.
Con la guerra, dice el adagio, la primera víctima es la verdad. Y la guerra que arrancó con una mentira se encontró en el camino con una verdadera guerra de liberación anticolonialista que hoy socava las mentiras e irrumpe con sus verdades contra la vitrina apedreada de los medios. Cuando éstos en concierto afirmaron –sin una sola imagen, sin una versión contrastada, sin pruebas- que Gadafi había bombardeado a su pueblo, no se hicieron igual eco de la versión –la única distinta- que lanzó al mundo Telesur. De los medios tradicionales no podíamos esperar rectificación, éstos ya estaban con Ban Ki-moon sancionando a Gadafi en la ONU preparando el escenario para el bombardeo a cielo despejado. Pero lo sorprendente fue descubrir que igual como se estaba cocinando la guerra en el Consejo de Seguridad, la misma iba acompañada por los bienpensantes de siempre, los intelectuales de «izquierda», y en particular la «izquierda» europea, que echó a un lado el reporte de la multiestatal del Sur y continuaron con las monsergas contra Gadafi y poniéndose del lado de Al Jazeera (o sea, la CNN en lengua árabe) y Al Arabiya.
Hemos leído (visto y escuchado) cosas verdaderamente repugnantes; desde llamar a lo que sucede «guerra civil», hasta decir que las bombas están cayendo en una zona en llamas (¿estaba en llamas Libia?), de derechas alguien hablaba de parar el zaperoco en el Mare Nostrum, ¡qué barbaridad! Decían que el ahora monstruo Gadafi era el «hijodeputa» apreciado por Occidente y ahora ya no (y lo dice con su tono bastardón el de La Tuerca (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=126436), o que hubo –o había- una revolución pero que ahora ha sido torcida y secuestrada por la Otan y Al Qaeda.
En las primeras de cambio (hablo de los primeros días de la Guerra contra el Terror, liderada por el Pentágono con la máscara de Bush Jr.) la televisión residenciada en Qatar era una ventana alternativa al mundo árabe y hasta Telesur se codeó con ésta en momentos peligrosos. La ilusión creo que duró incluso hasta bien entrado el conflicto en Libia. Hoy de aquella ventana no queda nada: allí se montó la «toma» de la Plaza Verde en Trípoli y de allí en adelante, yéndonos para atrás, comenzamos a atar cabos: las imágenes del camaleónico Ben Laden salían por esa ventana al mundo occidental y allí (como quien dice «cuna y tumba») se cocinó su nueva muerte mediática, ahora sí –parece- que definitiva, sobre todo con la desaparición del equipo Seals que lo «mató» y «lanzó al mar» siguiendo un «ritual» «musulmán» que no existe.
Todo esto junto da asco, pero si tratamos de hacer un mínimo de seguimiento a lo que acontece, casi nada sobrevive a las mentiras, la manipulación y la propaganda de guerra (absurda como «casi» todas, y de ahí la propaganda), por ello que la verdadera y justa guerra, la del pueblo libio en armas contra los mercenarios y asesinos del CNT y la OTAN, no se trasmita, no aparezca, no sea mencionada sino indirectamente, sobre todo porque en este vertiginoso Vietnam la llevan de perder las potencias occidentales: en lo militar porque en tierra no logran controlar el país a pesar de los bombardeos indiscriminados (por cierto, la presencia de «voceros» del CNT en la ONU cuando se disputaba la incuestionable silla para Palestina es una muestra del abominable doble rasero); en lo político tanto en lo internacional como a lo interno, pues la unidad Libia la garantizaba la Jamahiriyah y el poder popular de las tribus hoy aliadas contra el invasor; y en lo económico, sobre todo ahora que peligran las inversiones extranjeras si el control territorial no lo ejercen los títeres locales (el ejército libio, se supo hace poco, voló las instalaciones de la ENI.)
La realidad pues está generando «noticias» verdaderas de las que ningún medio se puede hacer eco, incluso el blackout a hecho mella en buena parte de los «alternativos». Algo ha quedado en evidencia por si a alguien le faltaba verlo: las noticias están controladas por las agencias (ahora) convertidas en fuentes, es decir, ya no importan los hechos sino los efectos. Los grandes medios, pero incluyo grandes e influyentes páginas, sufren por igual (de eso fue lo que nos dimos cuenta ahora) el filtro de las agencias. Pasando por Telesur, por Rebelión y por Dossier (hasta Aporrea publica una que otra noticia sin que olvidemos que coreó el bluff de la captura de Mussa Ibrahim desmentido luego estrepitosamente), las fuentes que utilizan están filtradas, preparadas, pre-digeridas por las agencias internacionales o por los «satélites». Dossier, es decir, Walter Martínez, lee entrelíneas, lee el revés, los intersticios, lo que no vemos, lo que no entendemos, hace relaciones y conecta lo insólito y lo olvidado, pero… sus fuentes son las que le llegan a TODOS los medios. Que no hagan lo que hace Walter es otra cosa, y he allí la singularidad de su extraordinario programa, único en su estilo -sobre todo porque tiene un «estilo» y no un formato, en todo caso tiene «su» formato- y acaso uno de los escasísimos sobrevivientes del periodismo clásico. (Con él casi se puede hacer arqueología del género y el oficio.)
Pero el problema comienza cuando ello se aplica no a la Televisión (que en cuanto al manejo de fuentes se pone «demasiado seria y objetiva», y es por ello y de paso que a los «periodistas» no les gusta La Hojilla, me explico: no les gusta porque sus «fuentes» en muchos de los casos, y sobre todo cuando se trata de desmontar las campañas más sucias de la oposición, no son «oficiales» y vienen digamos por las cañerías, y más que protegerlas como dice el manual de ética resultan inconfesables.) La televisión se ha constreñido al uso de las fuentes oficiales o legitimadas, pero, ya vemos –y el conflicto en Libia lo ha mostrado crudamente- que éstas están controladas por intereses detrás de sus fachadas noticiosas, de sus «en-cubrimientos».
De todos modos lo que ahora sabemos no nos sirve para justificar las posiciones que han asumido algunos asiduos y respetados colaboradores de Rebelión.org. En sus páginas hemos leído artículos donde se razona la destrucción de Libia, y donde se sigue afirmando a estas alturas que Gadafi bombardeó a su pueblo, que hay una supuesta revolución legítima en Libia que se la quieren coger para sí las potencias imperiales, que los acompañan abriéndoles troneras para que entren a matar, saquear y destruir (imagino que lo consideran «daños colaterales»).
Sin los tiempos que impone el mundo televisivo, el sitio en Internet tiene espacio para desarrollar la fachada, amasarla largamente, pero dejando claro –para quien lo quiera ver- que sus intereses están al menos alineados con -las políticas (¿culturales?) de los países que integran- la OTAN.
Si revisamos el conflicto libio desde Rebelión.org nuestra decepción será mayúscula, sobre todo porque el crimen está a la vista sólo que sus rebeldes no lo ven. A todas estas, la única página en castellano (y francés, y árabe e inglés) que desde un principio se deslindó de las fuentes (claro, no es un sitio de «noticias») fue al principio un blog -leonorenlibia.blogspot.com- y lo hizo desde su conocimiento (el de Leonor) de Libia, por su amor a su pueblo. Desde un primer momento se convirtió prácticamente en la única «fuente» de las verdades que los medios tradicionales y alternativos no se permitían ni se permiten. Por supuesto, Leonor es «in-citable», sus «noticias» no alimentan los reportes de los medios –ya todos- tradicionales, aliados al gran capital. Leonor «reporta», cuelga videos, se hace eco de noticias no confirmadas (por la verdad, no por otras fuentes)… es decir, su accionar fue generando una corriente de opinión que se ha ido refrendando, demostrándose con realidades y hoy forma parte o se enlaza a páginas que duran un rato y desaparecen, como pasó conhttp://resistencialibia.info. Los combates en Sirte y en otras ciudades confirman su detallada, dolorosa, detenida y claro está, humilde y desesperada interpelación a la OTAN y a las fuerzas mercenarias que están destruyendo Libia, para entregar sus recursos a Europa y EEUU arrebatándoselos al pueblo libio que contaba con el más alto nivel de vida hasta entonces en África. La toma y retoma de las ciudades, la confirmación de que «las ratas» (nombre dado por Gadafi a los mercenarios del CNT desde sus primeras y airadas alocuciones y que ningún medio usa para sustituir por el falso y más cínico que eufemístico de «rebeldes») no controlan sino una mínima porción del territorio (hoy, por ejemplo, leemos La noche que murieron las mentiras-http://leonorenlibia.blogspot.com/2011/10/libia-la-noche-que-murieron-las.html-. Hace ya algunos días los enterados del desastre afirmaron que si no fuera por los bombardeos el gobierno libio retomaría el poder en una noche y, que si algo controlan los del CNT, lo dijo un historiador francés, es el aeropuerto internacional de Trípoli.)
Son éstas parte de las noticias –ahora sí noticias- que día a día leemos en leonorenlibia y que no podemos leer en NINGÚN otro lugar.
Por ella, por Leonor, de algún modo sabemos que los del CNT no tienen futuro en Libia. Que los cálculos de la OTAN y su alianza con Al Qaeda fueron errados. Que el terror no puede «gobernar», que las islas de «gobernabilidad» no pueden ir más allá de las zonas «verdes» (color que no pueden usar como en Irak porque es el color de la Jamahiriyah), que no pueden controlar las zonas administrativas conectadas a los gasoductos y a las empresas trasnacionales. Creían, calcularon, pero mal. Libia no es Irak ni Afganistán. Ni Gadafi Hussein ni el gobierno libio el gobierno talibán. La verdad es que las ratas no pueden controlar Libia, que Gadafi se les esfumó en sus narices, que su vocero sigue arengando y denunciando, que la OTAN no podrá seguir bombardeando indefinidamente como se los dijo desde temprano Gadafi (en cuyas últimas imágenes salió jugando ajedrez…), que todos los crímenes saldrán a la luz y serán denunciados –con toda su apostura y gigantesca dimensión histórica- por el propio Gadafi (Allah'u akbar).
No obstante y pese a todas las evidencias, queda cierto prurito (hay demasiada propaganda literalmente de por medio). La misma Leonor lo sufre, cuando publica noticias «no confirmadas», que usuarios corrigen, completan o niegan. Entonces ella advierte, se disculpa y sigue adelante. Sentimos en su blog que es un blog. Es decir, sentimos que detrás de sus publicaciones está una mujer sensible y sensibilizada por los crímenes cometidos contra Libia. Su blog y la verdad que nos muestra desbarata el imperio de la noticias. En Libia nada volverá a ser igual. En el mundo de las noticias tampoco.
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Cuando uno pacta con los buitres es porque ya se siente carroña
Periodista otantista de Telesur anuncia "liberación" de Sirte
Periodista otantista de Telesur anuncia "liberación" de Sirte
Por: Freddy Martinez
Desde hace más de un mes Telesur, a través del periodista Diego Marín, viene anunciando -con plazos y fechas de rendición- el asalto final a la ciudad libia de Sirte por parte de las tropas mercenarias de la OTAN, a la manera como las avanzadas de Alejandro Magno advertían y cargaban de amenazas a los pueblos que osaban resistirse cuando era inminente la embestida invasora de las bandas comandadas por el hoy citado héroe macedonio.
Sólo cuatro semanas le han bastado al actual reportero de Telesur en Libia para identificar a la ciudad de Sirte como el “último bastión de Muammar Gaddafi”, o “el último foco de resistencia de los gaddafistas”, adelantándose al “asalto final” que deben coronar los rebeldes del CNT para finalmente instalar el régimen de gobierno que los centros de poder de Europa y Estados Unidos desean a costa de miles de pérdidas humanas y a la destrucción casi total de esta nación norteafricana.
Hoy (martes 11 de octubre) los periodistas de Telesur (tanto el que está en Libia como el que narra las noticias en Caracas) se quitan la máscara y sin mirar para los lados anuncian claramente que se trata de un “asalto final para liberar la ciudad”.
¿Qué estará pasando en este canal de noticias para que semejantes personajes hagan reportes de guerra como si se tratara de un juego de boy scouts? Tengo tres hipótesis: la primera es la menos probable: los tipos son periodistas ingenuos formados en el esquema hollywoodense de que en cada guerra hay un bando de buenos y otro de malos. Los malos están escondidos en las casas de Sirte y son los amigos del dictador que no termina de rendirse prolongando la liberación de Libia. Los buenos naturalmente son los que le dan protección a Diego Marín y en solidaridad automática el muchacho que narra las noticias desde la sede del canal se le sale de la boca el “asalto final para liberar a la ciudad”.
La segunda hipótesis apunta a las llamadas telefónicas que hace desde Caracas el licenciado izarrita, calculando éste que el CNT ya es gobierno en Libia, para lo cual la línea informativa del canal deberá estar dirigida a acompañar esta fase conclusiva de la guerra representada en la “caída” o la “liberación” de Sirte.
Ahora, a la mirada de quienes observamos esta nueva agresión imperialista a los pueblos del mundo, la tercera hipótesis no es tan hipótesis: Diego Marín reporta desde un punto de control del CNT y lo hace con la absoluta confianza de sentirse protegido por las avanzadas mercenarias que martirizan a la población y destruyen la infraestructura civil de la que fue la nación con más desarrollo social en toda África y la nación con más desarrollo económico, en comparación al país de donde es oriundo este periodista otantista, que casi sonriendo nos anuncia “la liberación de Sirte, último obstáculo para que finalmente el CNT haga gobierno en Libia”.
Los mensajes de Diego Marín son claros: quienes se resisten a la invasión no son patriotas libios sino “leales a Gaddafi”; la ciudad de Sirte no está siendo bombardeada por aviones de una coalición de países europeos desde hace más de un mes, sino sencillamente se trata de un “bastión gaddafista que se resiste”; en esa urbe africana no hay niños, ni mujeres, ni ancianos que mueren a causa de las bombas, sino el “último punto que reclama la liberación de toda Libia”.
En apariencia y según las cámaras de esta última versión de Telesur, Libia está en calma; para este vocero chileno de Barack Obama y de Nicolas Sarkozy todas las ciudades libias han recibido con los brazos abiertos a las tropas libertadoras del CNT y a los mercenarios de la OTAN con la nueva bandera de la estrella y la media luna.
El caricaturista Allan Macdonald nos recuerda en un dibujo publicado hoy en la página rebelion.org que “cuando uno pacta con los buitres, es porque ya se siente carroña.”
Sí, es posible que hoy Diego Marín se sienta como una valiosa pieza carroñera a la caza de una unidad de patriotas libios que hace pocos días destruyó el yacimiento petrolero más grande del país administrado por la transnacional italiana ENI; un yacimiento que producía 130 mil barriles diarios de crudo con destino íntegro a las refinerías de los Estados Unidos; pero allí no estuvieron las cámaras de Telesur.