Libia, ¡cuantas mentiras!


Nos dicen una y otra vez que la guerra contra Libia la están llevando a cabo las potencias democráticas para salvaguardar los derechos humanos y la vida de la población civil de ese martirizado país.

Todo eso es sólo un montón de mentiras.

En el ataque contra Libia de las potencias agresoras, varias de las cuales ni siquiera saben como se escribe la palabra democracia, no debemos buscar razones humanitarias, sino que tenemos que fijarnos en los motivos económicos y estratégicos.

Hoy estamos inmersos en una guerra mundial del petróleo, EEUU no sólo trata de controlar el petróleo necesario para el desarrollo de su país, trata de conseguir el monopolio mundial del petróleo, para explotar con él a todos los países y poder así pagar su infernal deuda, tanto publica como privada.

El gran delito del Gadafi ha sido considerarse independiente y dar entrada en el negocio del petróleo libio a China, el enemigo nº 1 actual de EEUU.
Eso los dirigentes de EEUU no se lo han perdonado, ni se lo perdonaran aun después de muerto.

En esa operación no está solo EEUU, se ha buscado socios minoritarios, el principal Francia tan comprometida en un programa nuclear cada vez con más riesgos.
El Reino Unido, como un perro fiel sigue a su amo.
Los demás, incluido Zapatero intentan conseguir unas migajas del pastel.
Lo que no está claro es si EEUU cumplirá su palabra y les dará su parte, mi opinión es que no.

¿Por qué Alemania no sigue el juego?
Pues porque las pérdidas globales para Alemania, en todo el mundo árabe, son mayores que la parte prometida, así de sencillo.
Para Alemania esta guerra no es un buen negocio, le conviene más comprar el petróleo de Rusia o de cualquier otro que meterse en una guerra que nadie sabe cuando terminará, ya que la muerte del Gadafi no será el fin de la resistencia Libia.
Hay que tener en cuenta que con un poco de explosivo plástico se puede volar un oleoducto, como se ha comprobado una y otra vez en Irak.

Pero no sólo hay petróleo en Libia, aunque la opinión publica no lo sepa, Libia tiene bajo su suelo un océano de agua dulce valorado al menos en 48 billones de dólares (el billón español y no el estadounidense).

Libia tiene el proyecto de transformar grandes zonas de su territorio en regadíos, ya ha invertido más de 25.000.000.000 de dólares en este plan y Gadafi es su impulsor, pretende que cuando se acabe el petróleo, que se acabará, su pueblo sea un vergel que de comer al mundo árabe y a las zonas desérticas de África.

Os imaginas el poder que eso significaría para Libia y el Gadafi.

Un pueblo que además podría contar con enormes cantidades de energía solar y eólica.
Los libios tendrían pues abundante comida y abundante energía, serian independientes y un poder estratégico de primer orden en el mediterráneo.

Demasiado para que lo consienta EEUU, Francia y el Reino Unido que quieren mantener el dominio neo-colonial sobre África y el Oriente Medio.
La guerra de Libia es una guerra no sólo colonial, sino también de posicionamiento estratégico cara el futuro, además es una guerra que no cuesta nada, ya que se va a pagar con el dinero de la misma Libia.

Por eso se empezó con las sanciones económicas y congelando las inversiones libias en el extranjero.

Si ese dinero no basta, tenemos en Trípoli las enormes reservas libias de oro y divisas del Banco de Libia, un tesoro que terminará en las manos de las potencias invasoras y en sus bancos.

Las guerras siempre las pagan los perdedores y esta vez, no me cabe ninguna duda, el perdedor será el pueblo libio.

El pueblo libio perderá su independencia, su oro, su petróleo, su agua y su tierra.
Gadafi lo sabe, sabe que no puede vencer, sabe que está muerto, por eso ya ha publicado su testamento, su única pretensión actual es morir como un mártir y entrar en la LEYENDA.

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