Exterminio y destrucción en Libia, convertida en un enorme campo de concentración imperialista.


Heroismo y Apocalipsis 
en el desierto libio

Por Thomas C. Mountain












Al ser asesinado el líder y destruida Sirte, Libia ha desaparecido como país, no son mas que bandas criminales y pozos de petróleo. Algún día Libia se pondrá de pie

El mes de octubre de 2011 quedará como monumento histórico a los hechos de heroísmo y Apocalipsis acaecidos en el desierto libio cuando el pueblo de Sirte, ciudad natal del Coronel Gadafi, emprendió una lucha desesperada y condenada al fracaso para proteger a sus familias y hogares del poderío de la OTAN y sus aliados, las bandas de rebeldes libios.

Como la historia la escriben casi siempre los ganadores, el trágico relato de cómo unos miles de anónimos residentes de Sirte, hombres y mujeres, lucharon casa por casa hasta el amargo final es la primera saga del siglo XXI de heroísmo condenado al fracaso, un drama histórico trágico que trae a la mente a los judíos de Varsovia, el Alzamiento de Pascua de Irlanda o la Comuna de París.

Con múltiples canales internacionales de noticias cubriendo la situación las 24 horas del día, el mundo entero tan solo pudo echar una ojeada a la despiadada cruzada de la OTAN en Libia, donde no había ningún lugar seguro, ni colegio, ni hospitales o complejos de apartamentos. A pesar de los misiles que llovían desde el cielo conformando un nuevo Apocalipsis que no se interrumpía ni de noche ni de día, de las miles de toneladas que crearon un infierno explosivo en tan solo unos meses, sin embargo, el pueblo de Sirte se negó a rendirse.
Quizá pudo deberse a que todos conocían bien cuál iba a ser su destino si rendían sus armas, porque durante los meses anteriores habían podido comprobar ya qué clase de asesinos eran los ganadores, cuando tanto pueblos como ciudades, tras caer ante las milicias fortalecidas por la OTAN, eran pasados a cuchillo, literalmente en muchos de los casos.

Primero, los rebeldes se aproximaron a Sirte todo lo que se atrevieron y dispararon todas las toneladas de artillería pesada y potentes proyectiles antiaéreos que fueron necesarias. Los proyectiles de 23 mm pueden penetrar hasta 4 pulgadas [10 centímetros] en corazas blindadas, lo que hizo que los muros de cemento fueran una pobre defensa para el pueblo de Sirte.

Cuando fue imposible soportar más las letales y potentes explosiones, los habitantes de Sirte salieron precipitadamente de sus hogares y refugios y pusieron en fuga a los rebeldes, haciéndoles escapar velozmente como perros apaleados con el rabo entre las piernas y lanzando temerosas miradas por encima del hombro.
Después sobrevino un bombardeo apocalíptico con los aviones de combate de la OTAN haciendo círculos a unos 30.000 metros de altura, mientras los héroes de Sirte caían abrasados y hechos pedazos bajo el feroz sol del desierto libio. Una, dos veces, tres, diez o más fueron repitiéndose esos ciclos, con los menguados defensores de Sirte retirándose a barrios y zonas que cada vez eran más pequeños.

encabezó hasta el espantoso final la lucha heroica de su pueblo, las tribus dignas, los militares patriotas.
La semana de la derrota final fue testigo de un último contraataque, un último perro apaleado y, como venganza, una última carnicería explosiva de la OTAN, y Sirte quedó al borde de la destrucción total.
Luego vino la última salida, lo que era una retirada honrosa de combate hasta que los misiles de la OTAN incineraron la columna de camiones cuando iban camino de la libertad tras romper el cerco de Sirte.

Entre los que sobrevivieron a la furia apocalíptica final de la OTAN estaba el mismo Coronel Gadafi y su muerte permanece documentando uno de los actos más horribles de brutalidad y salvajismo que los registros históricos han recogido.

Los combatientes de Sirte que quedaron atrás fueron rodeados en sus hogares y barriadas por unos rebeldes que les taparon los ojos, les torturaron y ajusticiaron por miles y para los que no existían leyes de la guerra ni prisioneros que proteger. Cuando finalmente los rebeldes pusieron fin a su criminal orgía de sangre y saqueo, Sirte se convirtió en una ciudad fantasma, donde solo quedaron ratas y buitres, bien alimentados con los cadáveres de los muertos sin enterrar.

En la actualidad, mientras el Partido Democrático Libio pide que los mantenedores de la paz invadan y ocupen Libia para proteger a su pueblo de las antiguas milicias rebeldes convertidas en bandidos y señores de la guerra, Sirte permanece como monumento a la OTAN, una visión apocalíptica de ruinas bombardeadas, donde miles de sus habitantes de Sirte permanecen enterrados bajo los escombros de sus casas y apartamentos, hospitales y escuelas, donde inútilmente buscaron refugio de la venganza de la OTAN que lanzaba fuego y azufre sobre ellos desde los cielos.

¡Recuerden Sirte cada mes de octubre a partir de ahora, una estampa de heroísmo y Apocalipsis en el desierto libio!


La amenaza de terroristas apadrinados por occidente como "rebelde" en Libia


Libia en el caos, dividido como nunca antes


Bani Walid, sitiada, resiste heroicamente la barbarie del invasor imperialista

  
OTAN crímenes de guerra en Libia

Aunque la razón de ser de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para entrar en conflicto libio invocado los principios humanitarios, los resultados han demostrado ser mucho de humano. En julio de 2011, aviones de la OTAN bombardearon Libia principal centro de abastecimiento de agua, que proveían de agua a aproximadamente 70 por ciento de la población del país. Y, en un fallido intento de parecer imparcial y objetiva, la BBC ha revelado, casi un año después de que la información fue transmitida por los medios de comunicación independientes, que las fuerzas especiales británicas jugaron un papel clave en la dirección y supervisión de Libia "luchadores por la libertad" a la victoria.

Noticias Censurado Cluster: Los costos humanos de la guerra y la violencia 

Los investigadores estudiantiles: Beatriz Alcazar, Andrea Perez, Robert Block, y Harmen Sidhu (Sonoma State University), Paloma Tur (Universidad Complutense de Madrid)
Facultad y la comunidad Evaluadores: Alfredo V. Moran, Bryan Polkey, Luján Luis y Miguel Álvarez-Peralta (Universidad Complutense de Madrid), Peter Phillips y Gregg Adams (Sonoma State University)