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Los Perseguidos por la falsa "revolucion" de la OTAN en Libia


Los perseguidos por la "Revolucion"
de la OTAN, EE.UU y AlQaeda en Libia

Por Mel Frykberg

TRÍPOLI, ago (IPS) - Embarazadas que sufren abortos espontáneos debido a maltratos, subsaharianos detenidos sin agua ni alimento, celdas superpobladas por víctimas de una justicia arbitraria, somalíes repatriados a la fuerza… Esta es la realidad de unos 180.000 desplazados de sus hogares y refugiados en Libia luego de la revolución.

Entre estos hay muchos libios perseguidos por pertenecer a etnias que fueron leales al antiguo régimen de Muammar Gadafi (1969-2011), y otros que huyeron de sus localidades por los combates entre las diferentes milicias que pululan en el país. 

También hay inmigrantes y solicitantes de asilo procedentes de países vecinos. Todos están recluidos en unos 30 centros de detención y campamentos para refugiados administrados por el gobierno, milicias, el ejército y la policía. 


Muchos de esos centros reciben ayuda de organizaciones no gubernamentales libias e internacionales, pero sus recursos siguen siendo limitados. 


"Desde mayo, 100 personas murieron intentando cruzar a Europa en botes sobrecargados e inseguros. Cada mes hay miles de refugiados que hacen ese peligroso viaje porque están desesperados", dijo a IPS el encargado de programas de protección en Libia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Samuel Cheung. 


"Los más vulnerables en esta situación son las mujeres embarazadas y los hombres que tienen heridas de bala y que no pueden recibir atención médica adecuada", dijo Cheung. 


Unos 20.000 de los aproximadamente 35.000 desplazados tawerghas, libios de raza negra y descendientes de esclavos que habitaban la localidad del mismo nombre, muchos de los cuales respaldaban a Gadafi, se encuentran en los campamentos de refugiados de Trípoli y Bengasi (noreste). 


Tawergha fue utilizada por Gadafi como base para atacar al baluarte rebelde de Misurata (noroeste), a apenas 38 kilómetros de distancia. 


Nafisa Muhammad, de 31 años, ahora vive en una sofocante habitación en un edificio prefabricado en la carretera que lleva al aeropuerto de Trípoli. Es secretaria en la Universidad de Misurata y tiene el "lujo" de contar con una vivienda propia, a diferencia de la mayoría de las 400 familias tawerghas en el campamento para refugiados de Fillah. 


"Mi hijo de un año murió durante los combates en Misurata entre los rebeldes y los tawerghas partidarios de Gadafi", contó Muhammad a IPS. 


"Dos de mis hermanos murieron durante la guerra, uno en combate y el otro, que era civil, fue secuestrado en el aeropuerto de Bengasi por milicianos de Misurata y golpeado hasta fallecer en un centro de detención", añadió. 


El primo de Muhammad falleció cuando él y otros combatientes leales a Gadafi fueron encerrados por rebeldes en un camión al que estos prendieron fuego. 


Los rebeldes también enviaron vídeos de los cuerpos mutilados a sus familias. Esto fue una represalia por las supuestas atrocidades cometidas por leales a Gadafi contra los civiles de Misurata durante el cerco a la ciudad. 


Hannah Jaballah, de 25 años, vecina de Muhammad, huyó con su esposo y sus dos pequeñas hijas de Misurata durante los combates. Sus hijas ahora pasan su tiempo jugando en la basura que rodea a los dormitorios prefabricados en el campamento de Fillah. 


Hace un mes, su esposo fue secuestrado por milicianos de Misurata en el centro de Trípoli, mientras realizaba un trámite bancario. 


"Visité a mi esposo el mes pasado en un centro de detención en Misurata. Tenía un hombro roto y le habían pegado. No tengo idea cuándo lo liberarán", dijo Jaballah a IPS. 


Muftah es el coordinador del campamento de Fillah. No quiso dar su apellido por razones de seguridad. Él también escapó de Tawergha durante la guerra, y ahora teme dejar el campamento. Milicianos hacen redadas regulares en el lugar y secuestran a hombres jóvenes, muchos de los cuales no vuelven a aparecer. 


"Aunque tenemos libertad para abandonar los campamentos, la mayoría de los hombres jóvenes no lo hacen. Dependemos de las mujeres para conseguir comida y otros elementos esenciales al campamento", dijo Muftah a IPS. 


Por su parte, Cheung señaló: "Entre los desplazados de Libia también hay personas que huyeron de sus pueblos y ciudades de origen debido a los continuos combates entre milicias rivales". 


"Las raíces de los enfrentamientos a veces se remontan a tensiones durante la era Gadafi, con historias de violencia en torno a disputas de tierras entre tribus y que ahora han revivido tensiones tras la guerra", apuntó. 


Mientras, Acnur está preocupado por los abusos cometidos contra refugiados y por la falta del debido proceso. 


"Los refugiados llegaron a Libia huyendo de la persecución en sus propios países, pero muchos están siendo ahora repatriados a la fuerza, como los somalíes, que podrían sufrir la muerte al regresar" a su país, alertó Cheung. 


"Otros vinieron a Libia por motivos económicos, ya que este país ha sido tradicionalmente fuente de empleo para muchos extranjeros", añadió. 


Las condiciones en que están recluidos en los centros y campamentos estos refugiados y desplazados internos también es causa de preocupación para esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas. 


"Muchas de esas condiciones están muy por debajo de los estándares internacionales, y esta situación se exacerbó por la falta de financiamiento, que priva a esos centros de los recursos necesarios", dijo Cheung.(FIN/2012)



Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=101353

Civil Libio torturado en la nueva "democracia" Libia
con la complicidad de la ONU



















Limpieza étnica en la nueva Libia y el Contrabando de armas...


Limpieza étnica en la nueva Libia

  • Las milicias de Misrata han expulsado a sus vecinos negros por haber apoyado a Gadafi
  • Los 35.000 habitantes de Tauerga viven en campos de refugiados


La guerra acabó en Libia en octubre, pero Tauerga sigue siendo una ciudad fantasma. Casas saqueadas y quemadas. Calles destruidas. Cascotes, cristales, hierros retorcidos. Y silencio. No queda un alma en esta población del Occidente libio, sometida a la venganza inclemente de sus vecinos de Misrata. Los de Tauerga, dicen, ayudaron a las tropas de Muamar el Gadafi en sus tropelías. Por eso han arrasado la ciudad y por eso nunca permitirán el retorno de sus 35.000 habitantes, hoy desperdigados en campos de refugiados dentro de su propio país. En esta revancha sangrienta, el odio político se mezcla con un racismo soterrado. Además de gadafistas, los habitantes de Tauerga son negros.

"Tuvimos que dejar nuestras casas por la brutalidad de las milicias de Misrata", cuenta Atiya al Mayub. "El día que me fui, conté cuarenta cadáveres en mi barrio". Cuando, en septiembre, llegó al campamento de refugiados instalado en la antigua academia naval de Trípoli, a unos 250 kilómetros de Tauerga, Atiya, militar jubilado, pensó que lo peor había quedado atrás. Se equivocaba.
En esta revancha, 
el odio político se mezclacon
 un racismo soterrado

El pasado 6 de febrero, una de las milicias de Misrata que controlan la capital irrumpió en las instalaciones para hacer una redada. No era la primera vez. De otro campamento se habían llevado a 85 varones de 14 a 60 años. "Salimos a protestar. Fue entonces cuando abrieron fuego". Siete refugiados murieron. Dos eran mujeres y tres, niños. Entre ellos Mohamed, de 13 años, hijo de Atiya, que muestra tembloroso el acta de defunción y una foto del crío. "Es un desastre. No hay Estado. No hay ley".
Poco más de 30 kilómetros y varias décadas de desconfianza separan a Misrata y Tauerga. "Convivíamos, pero las relaciones nunca fueron buenas", señala Ali Noj, radiólogo del Policlínico de Misrata y hoy también refugiado. "Nos han tratado mal desde siempre".
Descendientes de esclavos,
en Tauerga agradecían a Gadafisu ayuda a la ciudad

Los misratíes, comerciantes orgullosos y levantiscos, detestaban a Gadafi. Sus vecinos de Tauerga, descendientes de los esclavos llevados a Libia desde el siglo XVIII, le estaban agradecidos. El dictador mejoró sus condiciones de vida, les dio acceso a la educación y, en su estrategia de usar a unas tribus contra otras, les ubicó en altos puestos en el Ejército y en la función pública.
No es de extrañar, pues, que combatieran junto al régimen. O que Tauerga fuera una de las bases de los misiles Grad que durante cinco meses martirizaron a diario a Misrata, puerto comercial y tercera ciudad del país. En agosto, cuando lograron librarse del cerco gadafista con un coraje ya legendario, las brigadas misratíes volcaron su odio con sus vecinos. Si Misrata fue la ciudad mártir de Libia, le tocaba ahora a Tauerga serlo también.
"Después de bombardearnos, empezaron los saqueos, los asesinatos, las desapariciones", cuenta Ali Noj. Las imágenes de hombres torturados y colgados por los pies dan una idea de los métodos. "En el fondo, es un problema histórico de discriminación. Nos acusan de gadafistas. Pero también Zliten [otra población cercana a Misrata] apoyaba a Gadafi. Y a ellos no les han tocado", revela.
En efecto, los jefes tribales de Misrata han llegado a un acuerdo con los de Zliten, árabes como ellos. ¿Cómo explicar este doble rasero? Porque los combatientes de Tauerga, dicen, violaron a mujeres de Misrata. Pueden perdonarlo todo, menos eso.
El de las violaciones es un asunto controvertido que empieza a adquirir un cariz preocupante: el de bulo convenientemente utilizado para justificar el ensañamiento contra la población negra. Porque solo los negros, supuestamente, han violado. Primero fueron los mercenarios gadafistas, extranjeros e infieles. Y ahora las acusaciones se extienden contra los de Tauerga, libios y musulmanes. Sin descartar que se haya dado algún caso, las organizaciones de derechos humanos no han encontrado pruebas que sustenten las denuncias. Tampoco las ha hallado la ONU.
La mitad de los habitantes de Tauerga se han refugiado con parientes o amigos. El resto se reparte en varios campamentos en Bengasi y Trípoli. Unos 2.500 están en la antigua academia naval, vedada a la prensa. "Lo único que ha hecho el Gobierno es impedir que los medios se nos acerquen", ironiza Nurdin Ramada en el exterior de las instalaciones. Con su chilaba y el anorak raído, cuesta imaginar al geólogo Ramada como consultor de las principales petroleras, entre ellas Repsol.
A sus combatientes 
se les acusa de haber violado a mujeres en Misrata

No han logrado tener, dice Ramada, un contacto directo con el Gobierno. Saben que el Consejo Nacional de Transición encargó un estudio de viabilidad para construir una nueva ciudad “provisional” en el oasis de Yalu, en pleno desierto, o bien en Sirte, ciudad natal de Gadafi y también represaliada. "Nunca lo aceptaremos", dice el geólogo. "Queremos volver a Tauerga".
Pero eso es muy difícil. "La ciudad está destruida, y no hay condiciones de seguridad. Los ánimos están aún calientes", señala el finlandés Georg Charpentier, coordinador humanitario de Naciones Unidas para Libia.

“El sistema tribal tiene sus códigos”, 
admite un delegado
de la ONU en Libia
La ONU media en este conflicto junto a la recién creada agencia humanitaria libia (LibAid). El problema es que el resentimiento nacional contra Tauerga está tan extendido, que nadie osa mover un dedo por ellos. "Es materia sensible. Cualquier dirigente que se pronuncie públicamente a favor de esta gente se quema, y las elecciones legislativas están a la vuelta de la esquina", explica Charpentier.
Lo fundamental es poner a Tauerga en la agenda política nacional, recalca el funcionario. Son ciudadanos libios y es inaceptable que vivan como refugiados en su propio país. "Deben integrarse en Trípoli o Bengasi, votar en las elecciones y que los niños vayan a las mismas escuelas en tanto se soluciona su regreso". Para ello se mantienen conversaciones con las autoridades de Misrata, Bengasi y Trípoli, y se intenta implicar además a los jefes tribales. El proceso llevará tiempo. Y los habitantes de Tauerga se desesperan en los campamentos.











Armas de contrabando se trasladan en
masa de Libia a Egipto

“El continuo deterioro en materia de seguridad en Egipto se debe, entre otras cosas, a las armas de contrabando provenientes de Libia que circulan incontroladamente”, manifestó el jefe del Departamento General de Investigación Criminal, general Ahmed Helmi Azab
Contrabandistas trasladan a Egipto grandes cantidades de armas que entraron en Libia de manera ilegal el pasado año, durante la rebelión contra el gobierno del líder libio Muamar Gadafi, según indica este martes el periódico egipcio Al Ahram.

“El continuo deterioro en materia de seguridad en Egipto se debe, entre otras cosas, a las armas decontrabando provenientes de Libia que circulan incontroladamente”, manifestó el jefe del Departamento General de Investigación Criminal, anexo al Ministerio egipcio del Interior, general Ahmed Helmi Azab, en una reunión del comité parlamentario de seguridad nacional y defensa.

El general señaló que la cartera de Interioraumentó el número de patrullas policiales en zonas urbanas y organiza regularmente dispositivos especiales y redadas en carreteras, sobre todo, cerca de la frontera con Libia.

“Gracias a estas medidas hemos confiscado 6.000 armas y detenido a unos 18.000 criminales prófugosa lo largo del año”, dijo.

Exhortó a cortar cuanto antes el contrabando de armas desde Libia, pues, de lo contrario, será imposible estabilizar la situación.

Un año después de la revuelta popular que acabó con el régimen de Hosni Mubarak, Egipto sigue sin recuperar la calma y sufre una fuerte escalada de criminalidad.

En el país se multiplicaron en los últimos meses los secuestros de niños y los asaltos armados a bancos, oficinas postales, empresas de transporte de fondos y comisarías policiales. También se registraron fugas en masa desde varios centros penitenciarios y ataques contra extranjeros con toma de rehenes en populares destinos turísticos. Los cuerpos de seguridad egipcios creen posibles ataques de extremistas religiosos.

Fuente/Ria Novosti

La CIA y los Nazis el documental de larga duración completa



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