Por Isaac Bigio
El analista internacional Isaac Bigio ofrece un muy interesante recordatorio de los antecedentes de algunos de los principales líderes "democráticos" de la nueva Libia. Nótese también el siniestro papel jugado por las reaccionarias monarquías del Golfo, entre ellas las de Qatar y Emiratos, y por el fundamentalismo islámico, teocrático, de Al Qaida.
La OTAN que bombardea Libia sostiene que defiende a los demócratas contra los tiranos. ¿Cuán cierto es eso?
Hasta el 28 de julio el comandante en jefe de las fuerzas armadas rebeldes era el general Abdul Fatah Younis, quien llegó a ser el número dos de Gadafi, a quien acompañó desde su golpe el 1 de septiembre de 1969 hasta el 22 de febrero en que dimitió del cargo de ministro de defensa.
Él, quien ha estado involucrado en todos los horrores que se le atribuyen al régimen contra sus opositores, fue asesinado presumiblemente por otros rebeldes que se quisieron vengar de la represión que éste comandó contra sus camaradas islamistas.
El presidente del gobierno transitorio es Mustafá Abdul Jalil, quien fue hasta febrero el ministro de justicia de Gadafi, quien avaló a dicha dictadura y fue co-responsable de proscribir el idioma de los bereberes (la principal minoría étnica no árabe de Libia).
La forma en la cual Younis fue muerto y en la cual Jalil arbitrariamente echó a todo su gabinete el 8 de agosto muestra las enormes tensiones internas y la forma nada democrática en la cual se basa este gobierno supuestamente dependiente de un Consejo Nacional de Transición con representantes de distintas regiones ‘liberadas’.
Los dos principales países árabes que enviaron fondos, armas, aviones y presumiblemente soldados para apoyar a los rebeldes son Qatar y Emiratos Unidos, dos petro-monarquías autoritarias que han despachado tropas para sofocar el movimiento democrático de Bahréin, cuyo reino tiránico acaba de reconocer al Consejo transitorio como el nuevo gobierno libio.
Qatar donde están prohibidos los partidos, las elecciones y los sindicatos ha tenido efectivos participando en las batallas de Libia.
Por otra parte, mientras en Túnez y Egipto las dictaduras cayeron en manos de levantamientos populares, en Libia la única razón por la cual los insurgentes no han sido derrotados y han avanzado es por haber recibido armas, dinero, entrenadores y apoyo de bombas de parte de la OTAN, la misma que, a cambio, querrá mejores contratos para sus petroleras.
Lo único que une a los rebeldes es su odio contra Gadafi. Por el momento el comando del Consejo Transitorio son oficiales que estuvieron con el tirano hasta febrero y que no querrán una mayor investigación de sus crímenes. También en la coalición está un popular abogado pro-derechos humanos en Bengazi (Abdul Hafiz Ghoga) y otros movimientos que intentaron deponer a Gadafi en los noventas (ya sea bajo financiamiento de la CIA o ligados a Al Qaeda o a la Hermandad Musulmana).
Las tribus de Tripolitana muestran un resentimiento contra las del centro y oeste que apoyaron a Gadafi. De estos sectores es donde salieron miles de guerreros santos que fueron a pelear en Afganistán y otros países por la causa de la Al Qaeda. Allí se incubó el Grupo de Combate Islámico Libio (ligado a Bin Laden) de cuyas entrañas, o las del Comando fundamentalista 17 de Febrero, parece haber salido el asesino del general Younis.