OTAN bombardea en Ramadán….No respetan ni la tradición ni la cultura del pueblo Libio


OTAN bombardea en Ramadán….
No respetan ni la tradición ni la cultura del pueblo Libio

Por: Rolando Segura (Tele Sur)

Minutos antes  del  Ramadán en Libia, nuevas sacudidas estremecían a Trípoli. Aviones de la OTAN en sus más de cuarentainueve ataques en la últimas 24 horas, parecían anunciar que el mes sagrado musulmán esta vez será sangriento.

El día anterior,   las víctimas eran dieciocho trabajadores de la prensa, tres de ellos muertos durante el ataque a instalaciones de la televisión satelital libia.   
Para despejar dudas acerca de que no habrá pausa en estas agresiones durante  los próximos días, el  ministro Defensa de Francia,  Gérard Longuet  dijo a "Le Journal du Dimanche"  que el mes de agosto será "intenso" en la acción militar contra Libia.
Pero en las calles de la capital de la nación norafricana,  como Omar Bashir: vendedor ambulante de cigarrillos, muchos insisten en que todo está ¨mía mía¨: El dicho más socorrido en la habla popular libia, cuya traducción se acerca a algo así como ¨ciento por ciento¨.

El optimismo no parece ser fruto del desconocimiento o evasión de las circunstancias actuales, sino de que los libios y libias confían en que el noveno mes del calendario lunar mahometano con su incentivo de fe, espiritualidad y  reflexión los hará más fuertes para resistir. 
A partir del primero de agosto, desde la salida hasta la puesta del sol durante 30 días, la creencia en los decretos de Alá convence a todos de la necesidad de abstenerse de comida, bebida, de fumar y de mantener relaciones sexuales.

Así el Ramadán deviene todo un ejercicio de dominio sobre sí mismos para los fieles,  en aras de reflexionar, mostrar adoración a Dios y compromiso con ladoctrina revelada en el Santo Corán al profeta Mahoma.
¿Y cómo te sientes así durante todo el día, sin ni siquiera tomar agua? ¨Felicidad¨, es la primera respuesta de Mohamed Salabi mientras prepara el café en uno de los puestos comerciales de Abu Sleem, un céntrico barrio de Trípoli.

Pero luego en voz más baja y medio sonriente Mohamed reconoce: ¨mucha incomodidad, entre el calor, el hambre y la sed. Ahora además,  la tensión de esta guerra¨.
Es posible imaginar cuán difícil será para quienes están a ambos lados  en  los frentes de batalla, pero en cualquier caso ellos tienen licencia para  romper el ayuno durante el día al asumir la  condición de guerreros santos.

Tras cada jornada de privación, de la cual pueden ser dispensados niños, enfermos y viajeros,  viene la   ruptura del ayuno o  "iftar", una celebración donde familiares y amigos desbordan su gozo por haber cumplido decretos sagrados y  por haber recibido de Dios el mensaje del Corán. 
¨Estamos felices con la llegada del Ramadán¨;  cuenta Aisha Sagezli luego de terminar sus últimas compras para la cena de medianoche en la que toda la familia se reúne. ¨Todo listo, pudimos comprar lo necesario a buenos precios¨.

Previo al Ramadán el gobierno libio fijó precios asequibles a productos de consumo básicos, como leche, arroz, harina, carne, huevos, azúcar y aceites comestibles. El ministerio de finanzas desembolsó los fondos para pagar la diferencia a productores e importadores privados.  
¨Por supuesto, hay otros problemas. El gas escasea. Ahora trasladarnos es más difícil por la falta de combustible¨, cuenta Alk el Ani mientras mira su auto estacionado de hace dos días en una larga fila cuya meta es una estación de combustible.

La gasolina sigue siendo más barata que el agua, pero ahora está racionada a 35 litros semanales en un  país con una de las reservas petroleras más grandes del mundo. Aun así, no alcanza. Aunque las sanciones a Libia no incluyen el combustible, los camiones cisternas libios son bloqueados a menudo por las fuerzas de la OTAN en el Mediterráneo.

No sin contratiempos, el oeste libio se ve obligado a importar entonces alimentos y combustibles desde Túnez.
"Para decir las cosas de manera clara, hace falta que la población se subleve" fueron también palabras del ministro de defensa galo Gérard Longuet  a "Le Journal du Dimanche".  

Esta ha sido la apuesta  de la OTAN desde el último 31 de marzo. Pero luego de más de 17. 300 operaciones aéreas,  de ellas 6. 500 ataques, según  Wall Street Journal ¨algunos países se están quedando sin municiones¨.  Y los aviones sin blancos para atacar.   
Desde que Estados Unidos dejó en manos europeas el peso de la guerra,  en el viejo continente la preocupación son los costos, por encima ya de los más mil millones de euros en una época de recortes presupuestarios y otras medidas de austeridad.

Para economizar unos 80 millones de euros Italia decidió desde principios de julio retirar el buque insignia de su marina: el  portaaviones ¨Garibaldi¨ con sus tres naves y unos mil militares.
Por su parte Noruega había anunciado que sus aviones cazas F -16 volarían por última vez el 30 de julio. Al retirar dos de sus seis aviones el mes anterior, autoridades noruegas aseguraron que su reducida fuerza aérea no le permitía mantener una misión aérea durante tanto tiempo.
A Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Dinamarca y Canadá corresponderá continuar  la frenética carrera por ¨derrocar al régimen de Gaddafi¨, calculada para vencer en horas o tal vez semanas, pero cinco meses después atascada en el lodo.
Ni siquiera el reconocimiento,  por parte del ministro del Reino Unido: Liam Fox,  de que es ¨innegable que en Libia operan elementos del extremismo islámico¨ ha hecho reconsiderar a la OTAN,  a quiénes se buscaron como aliados en el intento repartirse el petróleo, el agua, el gas y  el dinero de Libia.

Mientras la oposición armada libia parece también sumida en el caos,  ante su incapacidad de explicar cómo su Comandante en Jefe pudo ser torturado, asesinado y quemado, cuando estaba bajo custodia de sus fuerzas.
Desde el 10 de abril, las autoridades libias aceptaron la hoja de ruta de la Unión Africana para solucionar el conflicto donde se incluye el cese al fuego verificado por instancias internacionales, corredores de ayuda humanitaria y un período de tránsito para emprender reformas políticas.

La OTAN y los rebeldes armados exigen como preámbulo del diálogo: la abdicación de Gaddafi, pero las multitudes que llenan plazas en ciudades y barrios del oeste libio piensan que su líder es un símbolo innegociable.

Cuando corren las primeras horas de Ramadán, nuevos misiles interrumpen la calma de ayuno y oraciones. La OTAN insiste en no aceptar su derrota. Mientras,  los fieles asumen sus pruebas de fe, seguros de que Alá los devolverá más fortalecidos.

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