Las guerras del petróleo, el caso de Libia



Las guerras del petróleo,
el caso de Libia

Por: Julio García Camarero


Las guerras del petróleo.

Hoy en día existe un tipo de guerras que predominan y que están obsesionadas por la economía del petróleo. Y ello se debe a la enorme importancia que han adquirido los recursos energéticos en el productivismo-consumismo moderno, que tiene como meta final el quimérico crecimiento ilimitado. Estas guerras emplean armas de destrucción masiva utilizadas por las ejércitos globales, como lo son: La Otan, los marines, los ejércitos mercenarios de las potencias medianas (Inglaterra, Francia, Alemania, España, etc.) que está al servicio directo de la oligarquía del poder económico mundial (las grandes corporaciones globales), y que son elegantemente denominados ejércitos profesionales, (¡vaya profesión!, la de sicario de las multinacionales). Además, son ejércitos que usan, masivamente, sus armas de destrucción masiva y de forma totalmente impune, pues ellos son los ejércitos globales oficializados y legalizados por la “democracia global” del FMI; BC, OMC, Reserva Federal de EEUU, etc.; y por el antidemocrático Consejo de Seguridad (formado, precisamente, por los países más traficantes en armamento) de la ONU, quienes tienen derecho a veto de cualquier resolución sobre una guerra.  

El caso de Libia.

Un ejemplo reciente y descarado de esto es la guerra de Libia, que nos la vende el poder mediático como formada sólo por una rebelión árabe. La cual, si que en parte existe, pero que es usada y manipulada por el poder de la oligarquía global. Rebelión en la que, al fin, han ganado los “rebeldes”, nos dicen los medios. Aunque han ganado después de unos cuantos meses de destrucción de armamento y bienes a reponer por la industria occidental. Ya anunció la OTAN que iba a ser una guerra larga (les interesaba que lo fura). Pero al final, como consecuencia de esa victoria, son los países europeos, los neo colonizadores más directamente implicados en la explotación petrolífera libia, los que ya preparan a sus compañías para organizar, desde las metrópolis europeas, la extracción y comercialización del petróleo libio. ¿Qué Gadafi era un dictador? puede que lo fuera, pero desde luego no tanto como lo es esta dictadura global de la oligarquía de los mercados. Además, pese a todo, la Libia de Gadafi se encontraba, según las estadísticas de las Naciones Unidas del pasado año 2010, con el mayor índice de desarrollo humano (IDH) (1) desarrollo humano de África (y el nº 55 de entre los 172 de la ONU) cuyo valor era de IDH=755; y muy por delante del segundo país africano en cuanto desarrollo humano: Egipto, cuyo índice ya desciende al IDH=620.

Y ya se veía venir, los medios de comunicación y los gobiernos occidentales nos empezaron, al principio de la guerra libia, a hablar de protección del espacio aéreo, luego de bombardeos humanitarios de las ciudades libias “para salvar vidas” y al fin de que ya se están reduciendo a los últimos mercenarios (2)  de Gadafi. Y al final el “justísimo” (vendido al mayor postor)Triubunal Penal Internacional sentenciará a Gadafi a la horca.

Otros “defectos” “criticables” de Libia:
- Libia se compone de más de 150tribus. Lo que supone una democracia pluralista respetuosa con la diversidad cultural, que nada tiene que ver con la férrea y absolutista dictadura global del Pensamiento Único.

- Sólo un 5% de la población está clasificada como pobre.
- Hasta hoy en Libia estaba prohibida la usura.
- Tiene un alto índice de alfabetización (del 87%)
- Se sitúa en el nº 61 en el índice de encarcelamiento de los países del mundo. Mientras que EEUU (el máximo acusador de derechos humanos) posee el nº 1 mundial en cuanto a población reclusa, aparte de ejercer penas de muerte a la carta.

- El golpe de estado que dio Gadafi en 1969, fue para nacionalizar el petróleo y dejar que se lo apoderaran países extranjeros, como va a suceder ahora con la nueva Libia“democrática”. Este golpe contó con el apoyo masivo de la población.

Y aún se podrían citar más “defectos” de la Libia de Gadafi que no hacemos por no cansar demasiado.
            

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