...Y os cobraremos las bombas que os arrojamos
Por: XOSÉ CURRÁS
Sienta mal el desayuno, cada día, al leer las noticias sobre la masacre que está cometiendo la OTAN en Libia. Y eso que los Media convencionales, con honrosas excepciones, solo hablan del gran futuro que les espera a los libios una vez que han desalojado del poder a Muammar Al Gaddafi. Sobre Libia se extiende un silencio administrativo. Negativo. Judicial. Sepulcral, en suma. El silencio ausente de las calles desiertas de niños, de las bombas sobre las viviendas, sobre los civiles, el de las fuentes que manaban agua del Gran Río Verde, el de las universidades, el del caótico tráfico de Trípoli.
Da pena pensar que el país más próspero de África, que logró ponerse a la cabeza de aquel continente en todos los parámetros que miden la calidad de vida de una comunidad a pesar de los 20 años de bloqueo de sus ingresos, haya retrocedido 50 años, gracias a las bombas humanitarias que los países civilizados -entre ellos, España, nuestro Estado español- arrojamos sobre sus ciudades, sus gentes y sus infraestructuras.
Y siento dolor por el silencio de la izquierda, con honrosas excepciones, como las del PCPE, EQUO (en parte, por lo menos) o las de los votos de BNG e IU en el Congreso. Un clamoroso silencio de algunos de sus máximos representantes en la opinión publicada, que todavía creen que la OTAN, los EUA, los emires y sultanes de Qatar, Yemen o Arabia Saudí, van a abrir el camino de la revolución comunista en Libia por la vía de eliminar al 'dictador', y que las 'masas populares' van a tomar el poder en un abrir y cerrar de ojos y conseguir hacer efectiva la revolución. Algunos, a golpe de argumentación de sueños, todavía creen en los pajaritos preñados.
Quienes no se callan son los más directamente implicados. La OTAN acaba de ampliar 90 días su 'misión' en Libia. Una acción a la que el pueblo libio, por boca de sus representantes, los consejos tribales y de clanes, no los convocó. Solo habla con un CNT escondido en un buque en Bengazhi, que no gestiona otra cosa que muertes, violaciones, saqueos y destrucción a manos de los mercenarios a los que ya ni pagan, porque el territorio está en manos del Gobierno Legítimo. Y en los frentes se batalla no se gobierna, se muere.
En la hasta no hace mucho próspera Libia falta de todo. Falta la vida de cerca de 100.000 personas, que si los 'rebeldes' calculan en 20.000 los muertos, lo lógico es pasar de la cantidad de 50.000 que dice el Legítimo Gobierno de la Al Jamahiriya. Si en el Estado español hubiesen bombardeado y matado al 1,5% de la población, aquí habrían muerto 675.000 personas en seis meses. ¿Qué diríamos? ¿Qué diría el mundo de esta masacre y de sus responsables? Pues todos nos quedamos callados. Callados como muertos.
Brad Sherman, congresista norteamericano, miembro del Subcomité de Asuntos Exteriores sobre la No Proliferación del Terrorismo, en una carta dirigida a Mahmud Jibril, 'primer ministro' del CNT, carta que circula en algunos medios de internet y que tiene visos de ser cierta, conmina al libio a detraer de las cuentas congeladas de la 'familia Gaddafii y del Gobierno libio el dinero necesario (¡todo!) para afrontar el coste de las acciones militares que se hacen en beneficio del pueblo libio, coste que debe ser transferido en su totalidad al tesoro americano.
El argumento final de dicha carta es todavía más maquiavélico: luego de formar, transportar y armar a milicianos de Al-Qaida, exige el congresista que les entreguen a Abbel Hakim Al Hasidi, líder de Al-Qaida en Libia, porque está acusado de matar soldados americanos en Irak y Afganistán. El que haya matado al pueblo libio, al que la OTAN tenía obligación de defender, es lo de menos. El documento no me parece apócrifo, fruto de una guerra informativa que Libia ha perdido desde que inventaron lo de que «Gaddafi bombardeaba a la población civil», masacre que aún hoy, siete meses después, no han sido capaces de probar. Con todos los infiltrados que en el mundo son, con los precedentes de Wikileaks, la carta puede ser real.
Mas las noticias que circulan de boca a boca por Libia hablan de un pacto del líder con los EUA para detener la guerra y la destrucción. Dejarían fuera a Francia, Gran Bretaña y demás atacantes. Las empresas petroleras americanas tendrían acceso al 50% del petróleo. Los pragmáticos libios aceptarían esto o seguirían siendo masacrados. Y los más pragmáticos y negociantes yanquis saben que es imposible controlar miles de kilómetros de tuberías que transportan el crudo del sur a Ras Lanuf, Tubruk o Al Brega. Un simple agujero de 5 metros en la conducción paraliza la extracción y la venta. La vigilancia multiplicaría el precio del petróleo por 2, por 3 o por más y no sería rentable.
Aparte del control del petróleo, si los países europeos implicados no consiguen que les «devuelvan el dinero gastado humanitariamente» en Libia, el euro se vería seriamente resentido. Sobre todo en su cotización frente al dólar. Y frente al yuán, porque China no gasta, ahorra, ve, observa y luego vende. Y pronto va a pedir que les paguen las exportaciones en su moneda o en yuán-oro. El euro sería residual...
La izquierda española está esperando a que caiga el 'dictador'. Ha cerrado los ojos a la cruda, muy cruda realidad, de las docenas de miles de muertos, de la absoluta destrucción de un país. Nosotros, desde el colectivo Ojos para la Paz en Libia, no estaremos esperando a que cuatro 'cantantes' se pongan al frente. Saldremos a la calle. Eso, «a la calle, que ya es hora de pasearnos a cuerpo y gritar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo».